No es este un libro de ficción aunque podría agradar o entretener, en este caso al lector que guste de la filosofía, si la calidad literaria es razonablemente buena, como sucede cuando leemos una novela. Pero agradar o entretener, desde luego, no es su principal propósito. El filósofo está para dar fe de hechos, no de cuentos, como decía Cicerón, y aquí nos proponemos cuestionar los fundamentos intelectuales, emocionales y morales de cualquier religión, pero en especial las monoteístas, y entre estas el cristianismo, por ser la dominante en nuestro medio. ¿Podemos y debemos cuestionar la religión? Se dice que no se puede ni se debe pero eso aquí también lo cuestionamos. Podemos cuestionarla si encontramos una herramienta adecuada para hacerlo y la epistemología parece ser que la es: hablar de religión es hablar de creencias y hablar de creencias es hablar de sentimientos y conocimientos, o supuestos conocimientos, y la epistemología trata justamente sobre eso. Y debemos cuestionarla si hay, como lo hay, una relación inevitable entre las creencias, la conducta y la responsabilidad moral. No se trata, entonces, de cuestionar por cuestionar. Se trata de invitar al diálogo o debate en materia de religión puesto que las creencias podrían merecer menos respeto del que se alega merecen y ser menos virtuosas como se dice que son, si los cuestionamientos a sus fundamentos son válidos o pertinentes y sólidos o concluyentes. No puedo garantizar que la calidad literaria del libro sea razonablemente buena y ni siquiera regular. Tal asunto es más subjetivo que objetivo si es verdad que en gustos se rompen géneros. Pero no decimos lo mismo de los cuestionamientos cuando aparecen en la forma de argumentos. Estos son de carácter más objetivo que subjetivo, si es verdad que lo que llamamos realidad, desde la perspectiva del intelecto, es como es y no como quisiéramos que fuera. Lo que puedo garantizar, entonces, razonablemente, es que los cuestionamientos y argumentos aquí presentados son precisamente válidos y sólidos, aparte de claros y sistemáticamente congruentes, y, por tanto, probablemente persuasivos o convincentes, Aquí cuestionamos las creencias religiosas, asimismo, en el sentido de provocar, retar o desafiar. ¿Aceptas el desafío?