En la penumbra del silencio, mi relato evoca un pasaje de la memoria. En este rincón del recuerdo, los hechos se desvanecen y las leyendas se entretejen con la fragilidad de la anécdota transmitida de una persona a otra. Los acontecimientos pueden deformarse sin que por eso dejen de haber sido parte de una realidad que sucedió en algún lugar del tiempo. Mi tarea es plasmarlo como un testigo fiel, con la firme intención de reproducir el pasado con los puntos y comas que la vida imprimió en la narrativa de estos personajes.
No estoy segura de que ésta sea la verdadera historia, pero tampoco me afano en ello; simplemente es la realidad que añoro, aquélla que imaginé a través de las conversaciones que heredé de mi abuela, de las tardes de nostalgia que alimentaban su corazón, del nutricio amor de la familia que la vio nacer y que hoy existe solo en el interior de las palabras.
Aunque en esta obra puedan hallarse erratas y sombras de inexactitud, me embarga la imperiosa necesidad de compartirla, antes de que el inexorable transcurso de los días borre aquellos relatos que fortalecieran las raíces de mis ancestros hasta que llegare la generación en que éstos fueran solo un eco perdido
bajo el cielo de El Sabino.