Cork, verano de 1805.
Once largos años han transcurrido desde que Jules desapareció y nadie sabe qué le ocurrió aquella noche en Praga o si sigue con vida.
Para Danica está claro: Jules sigue vivo y encerrado en algún lugar. Por si no fuera suficiente con lo que le dicta el corazón, cada año, coincidiendo con el cumpleaños del joven, recibe su visita en un extraño sueño en el que ambos pueden estar juntos, durante cinco minutos cortísimos, a través de una frontera de semirealidad.
Danica no está dispuesta a olvidarlo, pero, cuando un fantasma del pasado se cuela en sus pesadillas, su entereza empieza a tambalearse. Su oscura naturaleza de néphilim precisa de un equilibrio y Jules es el único que podría mantener firme esa balanza.
Para empeorar las cosas, la última oleada de muertes, los indicios de rituales satánicos y los inexplicables saqueos de tumbas a lo largo de todo el Condado de Cork acaban por destruir la vaga esperanza que el equipo tenía de que Asmodeo hubiera muerto aquella noche al ser atravesado por la espada de Uriel.
Ahora son más fuertes que nunca pues están unidos y conocen a lo que se enfrentan, pero el demonio ha tenido once años para recuperarse de sus heridas y planificar su estrategia.
Sin embargo, hasta los ángeles caídos tienen un pasado que les persigue y el de Asmodeo parece haber regresado, para bien o para mal.