Llegan más risas con las desventuras de Tim y Hect en la segunda entrega de la saga: Hay una generación II. En la década de 1950, se inició un enorme cambio cultural en Estados Unidos. Los muchachos y muchachas que un día revolucionarían la sociedad todavía jugaban a vaqueros contra indios, a la guerra y a la rayuela. La alegría de sus padres, que habían pasado el último lustro de la década del cuarenta celebrando el final de la Gran depresión y la victoria en la Segunda Guerra Mundial, se había apaciguado... pero no la de sus consentidos hijos. Después de las aventuras de Tim y Hect en la primera entrega de Hay una generación, los muchachos tomaron caminos distintos. Hect, a quien se vio por última vez camino a un misterioso lugar llamado ominosamente "el Campamento", desapareció en el desierto mexicano. Tim regresó a su hogar, donde su madre lo recibió espantada por sus travesuras y dispuesta a darle la lección de su vida. Pero... ¿qué hacer con un joven obstinado en su rebeldía en el oeste de Texas en la década de 1950? ¿Por qué no hacer lo que hicieron otros padres frustrados con las ovejas negras de sus familias y enviarlo a la academia militar George S. Patton? Tal vez aquellos maestros, endurecidos por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, podrían enseñarle un poco de disciplina a ese bribón. Aterrado por la idea, Tim decide abandonar su ciudad y volver al lugar donde vio a Hect por última vez, Juárez, México, para rescatarlo. Sin embargo, Tim no sabe que una secta militar secuestró y adoctrinó a Hect. Ahora, Hect desprecia a los que nacieron en cuna de oro, entre los que se incluye el que alguna vez fue su mejor amigo. Mientras Tim y Hect se trenzan en discusiones ideológicas, la milicia los obliga a realizar una peligrosa misión en la que tendrán que lidiar con un psicópata delirante, un páramo en el desierto y una milicia mexicana hostil. Puede que los dos terminen muertos. Parece que pasar unos años en la academia militar George S. Patton no era tan mala idea después de todo.