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Los Comuneros: Cronolog�a de la primera revoluci�n sociopol�tica en Colombia
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Los Comuneros: Cronolog�a de la primera revoluci�n sociopol�tica en Colombia
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Los Comuneros: Cronolog�a de la primera revoluci�n sociopol�tica en Colombia
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La obra Los Comuneros e Germán Arciniegas, es una de las mas brillantes exposiciones literarias historiográficas de los sucesos que conformaron el origen de la erepública colombiana, máxime quie en esat obra el autor describe otros levantamientos piopulares ocurridos por la misma época en varios países del continente.
LOS ALZAMIENTOS de la plebe en la segunda mitad del siglo XVIII indican que mucho antes de estallar la guerra de independencia había en el pueblo un fermento de rebeldía y un deseo de emancipación que condujo a una de las más grandes revoluciones de nuestra América.
Sin este antecedente sería imposible explicar la inmediata acogida que se dio en 1810 a los caudillos que hicieron un llamamiento a la guerra.
El grueso de las tropas libertadoras lo formaron siempre los de las clases más humildes,
Quien siga el desarrollo de la primera, y seguramente la más grande campaña de Bolívar, cuando saliendo de Cartagena en 1812 se internó por el Magdalena, remontó los Andes y vino a caer sobre Venezuela, en el más atrevido y sorpresivo de los movimientos militares, se admirará de cómo fueron integrándose sus tropas con negros, mulatos, andinos o cobrizos, que al final de casi tres siglos de dominio colonial, sin vacilar, dejaron sus tradicionales tareas para correr tras las banderas de la revolución.
La voz de Bolívar era ciertamente magnética, pero su magnetismo tocó un cuerpo tan dispuesto a saltar como un resorte, que ya antes de oírlo a él se había lanzado, por sí mismo, a una aventura semejante, si no más arriesgada. Esta vez, al menos, acompañaba al pueblo la presencia de todo un señor de Caracas.
La guerra fue la etapa final de un proceso de medio siglo. Primero ocurrió la revolución de los comuneros, en 1780. Luego vino una nueva generación de universitarios, que recibieron la descarga de la ilustración, y que al abrirse nuevos horizontes intelectuales hicieron causa común con el pueblo.
Por último, en 1810, se dio en los cabildos la voz de alarma, y se declara en rebeldía las capitales, repitiendo el mismo grito de los comuneros. Se declaró entonces una guerra en que los generales eran civiles exaltados en las tertulias secretas, en el fondo clandestino de las conspiraciones.
Los soldados, gentes que llegaban de los campos al mercado, con la pata al suelo. El cuartel fue el campo raso. El uniforme, no tenerlo.
Como telón de fondo del levantamiento de 1810, debemos, pues, considerar las revoluciones de la plebe, con todo su colorido de montoneras ilumi-nadas. Es cierto que los comuneros del Paraguay fueron vencidos, como se volvió cuartos a Túpac Amaru en el Perú, como no quedaron en nada los Levantamientos de Latacunga en el Ecuador, como Galán en la Nueva Granada sufrió un horrendo suplicio, como de las revueltas de Mérida en Venezuela no subsistió sino el doloroso recuerdo. Pero lo que no se perdió fue la esperanza. Lo que quedó flotando e incitando fue el deseo.
La plebe fracasó, y fracasaron los indios, porque carecían de expertos conductores. Era imposible para ellos defenderse de las celadas de los oidores, de los arzobispos, de los gobernadores. En el desarrollo de la gesta famosa hay momentos en que conmueve la bravura heroica, y momentos en que inspiran ternura sus ingenuidades. Es el capítulo más entrañablemente humano de nuestra historia. Su encanto está en que nos familiariza con las manifestaciones infantiles de un proceso que va a terminar con el derrumbamiento del imperio español en América.
En Colombia, hasta no hace ochenta años, cuando se estaba más cerca de los tiempos de la revolución, la fecha del levantamiento de los comuneros del Socorro se tenía por fiesta nacional.
Sin vacilaciones esta obra debe hacer parte de la biblioteca personal de todo latinoamericano amante de la historia continental o preocupado por conocer las raices de la identidad cultural del hemisferio.