Algo grande es un motivo chico. Una peseta resuelve tanto como un real. Cada día apuesta a mirarnos mejor en nuestro espejo. Y tú, ¿dónde te miras? Mujer amada; señora del alma peregrina de mi corazón. Juega conmigo en tu cápsula nodriza, como se acuesta el muro de Berlín. Vuelve a mí, como una rosa desprendida bajo aquella luna materna y reluciente. Hay muchas metáforas ocultas, muchos sueños plurales sin pensar, para decirte cuán grande tú eres en mí, aunque a veces un vendaval extraviado me retuerza en dudas esta colgadura. Y hay en mí un rubí estrellado, barcos llenos de gaviotas y razones. Yo no soy una pierna ni antídoto para no olvidarte, cuando tu vida perteneció una vez, a mis eternos momentos a tu lado.