Al igual que los conquistadores del nuevo mundo, la humanidad estaba dispuesta ha hacer suya la galaxia. Indiferente a quienes aplastaba en el camino y dispuesta a repetir los viejos errores históricos de la agotada Tierra. Poco podían imaginarse encontrar un mundo que representaba un paraíso libre, cuya especie no era tan distinta y con un misterioso origen común. Allí estaban los recursos para la depredación industrial, fácilmente conseguidos mediante la fuerza, pero también interrogantes de un destino terrible y quizá un modelo a seguir. El hermético mundo de Raxiris y su bella raza femenina, había permanecido largo tiempo con las fronteras cerradas tras la guerra. Por fin un atisbo de apertura y una esperanza de colaboración entre los mundos se abría para afrontar nuevos retos. Una sola mujer obtendría permiso para visitarlo y estudiar sus misterios, para rebelar una sociedad maestra con la que salvar a la humanidad decadente. Raxiris representaba una epopeya ecológica. La cordura de una raza sabía, en la evolución libre del brutal egoísmo humano y quizá la única esperanza ante una misteriosa amenaza.