enciende un fuego en nuestro corazón y le recuerda que todos somos más espectaculares de lo que realmente creemos. El hecho de estar vivos y de ser humanos nos da una identidad increíble, un conocimiento innato de amor propio que está impreso en todos nosotros, un mensaje al que tenemos que dedicar toda nuestra jornada vital. No importa quién eres, cómo te ves, o lo que has hecho o no has hecho en el mundo, tampoco lo que creemos que seremos; en nuestro fuero interno sabemos que fuimos creados únicos y bellos con una belleza sin igual. Es una belleza que está en la raza humana y que solo necesita ser aceptada. Más allá de nuestras tensiones, objetivos y logros, la vida nos pide que amemos lo que existe. Nos pide que veamos que fuimos diseñados como un regalo para el mundo, bello solamente por existir. Todos somos preciosos, nos merecemos ser amados y marcamos la diferencia en el mundo. Todos pertenecemos a él de forma única y especial. El libro de la brillantez nos recuerda que todos estamos hechos de la misma materia maravillosa, hecha para ser amada, preciosa y un sentido de pertenencia innegable para aquellos que lo ven.