El escritor norteamericano Mark Twain publicó en 1881 su primera novela histórica "Príncipe y Mendigo", cuyo argumento que nos traslada a la Inglaterra del s. XVI trata del intercambio entre un humilde muchacho y el príncipe heredero. Hacia el final de la obra, cuando el príncipe Eduardo quiere demostrar su verdadera identidad ante toda la corte, a pesar de sus rasgos físicos y la demostración de que conoce secretos reservados a la familia real, los nobles se muestran reticentes a aceptarle ante su aspecto andrajoso. La obra hace una velada crítica social a como el ser humano otorga una enorme importancia al aspecto de sus semejantes y como tiende a encasillar a estos en función de determinados clichés sociales. Igual que en el s. XVI, los prejuicios condicionados por la apariencia siguen siendo una cuestión totalmente vigente en nuestra sociedad actual.