Terminaba la primera mitad del Siglo XIX, cuando llegó a La Guaira un médico proveniente de Prusia. Gottfried Knoche, oriundo de la ciudad de Halberstadt, arribó al Nuevo Mundo para asistir a una nueva colonia de sus paisanos recién asentaba en el continente, poseedor de los conocimientos más avanzados en las ciencias médicas para la época. Knoche realizó importantes contribuciones y fue uno de los héroes durante la epidemia de cólera que azotó a la población que vivía en La Guaira en 1855. Sin embargo e injustamente, este médico se hizo famoso entre sus contemporáneos y las generaciones futuras por sus momias. La figura del doctor Knoche es vista por muchos como la de un monstruo, forma parte de las leyendas que se cuentan para meter miedo a los visitantes de la montaña que separa a Caracas del mar Caribe y para aquellos que visitan el pueblo de Galipán. Pero, ¿era realmente un monstruo o un científico loco el doctor Knoche? Knoche perteneció a una época en la cual muchos de los avances de la ciencia se lograron gracias a una experimentación que rayaba en la irreverencia hacia la muerte, en el irrespeto a los cadáveres. Muchos recordamos el libro de Robert Louis Stevenson "El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde" o su relato sobre la manera en que se obtenían cuerpos para poder estudiar anatomía en Edimburgo de "Ladrones de Cadáveres". Aún así, es probable que lo que más asombro causó desde un principio de la vida de Knoche fue que embalsamó y exhibió el cadáver de un soldado en su propiedad y que momificó a casi todos los miembros de su familia. Estas acciones, a simple vista, son por lo menos extravagantes y difíciles de entender. Además, otro elemento que despierta interés en la historia de este médico es que descubrió una fórmula para impedir la descomposición de los cuerpos, pero cuyos ingredientes se llevó a la tumba. En La Última Momia de Galipán los lectores también se encontrarán con varias historias en paralelo que incitan a comparar el comportamiento del doctor Knoche con la conducta de personajes de nuestro tiempo que visitan las ruinas de su mansión, cerca de Galipán, y obligan a preguntarse si las acciones del médico alemán pueden ser calificadas, en verdad, como monstruosas.