Entre sueños recuerdo el sonido de las ambulancias, de aquella trágica noche. Yo era un niño de escasos cinco años de edad. -ahorita vengo mujer voy a ver qué sucede allá en las vías del tren. preciso mi padre. -no tardes mucho porque los niños están asustados con tanto escándalo de patrullas y ambulancias, aclaro mi madre. -está bien, no te preocupes, voy y vengo. -aseguro él. Mi padre, llegó al lugar del accidente, y lo que vio fue como una pesadilla de terror. había una masacre, cuerpos mutilados, heridos ensangrentados, gente gritando, algunos llorando. Los fierros retorcidos de lo que había sido un autobús, de pasajeros se podía ver a lo largo de las vías. Pues justo en el crucero de las vías, el tren había arrollado a un autobús de la línea de los Tultepec Estado de México. El autobús iba lleno, de pasajeros. Testigos que presenciaron la tragedia, decían que el conductor del autobús había tratado de ganarle el paso al tren. Las ambulancias y cuerpos de rescate ya hacían acto de presencia, aquello era algo verdaderamente terrible. Cuando la noticia salió al público, se especuló que alrededor de treinta personas habían perdido la vida y muchos estaban en condición crítica. Días después, mi padre platicaba con mi madre, y todavía, no podían creer lo que había sucedido en el cruce de las vías. -no puedo creer que por la imprudencia de un conductor tanta gente haya muerto, en esas vías. Lamentaba mi padre. -pues sí, yo no sé qué tanta prisa podría llevar él como para arriesgar su vida y la de los pasajeros. recalco mi madre. -Pues la verdad si es desesperante, cuando uno lleva prisa y te encuentras con que el tren está parado obstruyendo el camino-dijo él. -sí pero más vale un minuto tarde que un minuto de silencio, ¿no crees? - corrigió ella. -bueno en eso sí tienes razón-reconoció mi padre. -Ahora por la irresponsabilidad de ese conductor, quedaron muchos muertos incluido él mismo, hombres y mujeres viudos, y niños huérfanos de padre o madre. Que terrible suceso ha sido ese accidente.