El 14 de marzo de 2020 entraban en vigor en España las leyes de distanciamiento social y confinamiento más severas de toda Europa, decretadas por el Gobierno de la nación ante el descontrolado e implacable avance del virus SARS-CoV-2. Pasado el desconcierto inicial de las primeras jornadas en las que me debato entre la incredulidad y la apatía, y en los que no quiero ni oír hablar de la pandemia que acapara todas las conversaciones, portadas de periódicos e informativos, decido, por fin, pasados unos días, tomar las riendas de la realidad que me envuelve, y tratar de relatarla a mi manera en forma de diario en el que voy desgranando mis impresiones acerca de la situación, mis esperanzas, mi incertidumbre, mi malestar, mi frustración, mis penas y mis miedos durante más de cincuenta días de confinamiento, con la idea de dejar constancia de un tiempo de reclusión e inseguridad compartido por millones de personas ante la amenaza de un virus mortal de alcance global, y con la intención también de arrojar, por otro lado, una pequeña luz frente a la multitud de opiniones de iluminados y charlatanes que nos acorralan como en una asfixiante tormenta de arena que no nos deja ver, oír, sentir, pensar o decidir con cierta madurez y cordura. Por este diario de cuarentena veremos desfilar, día tras día, desde las opiniones más diversas y los sentimientos más encontrados, hasta las reflexiones y emociones que esta desconocida situación suscita entre las diversas generaciones que compartimos este breve período de la historia.06/06/2020