Conseguí atrapar los monstruos que no me dejaban dormir en relatos. Si ahora quieres que ellos habiten tus noches que sea bajo tu responsabilidad. Hay quien cuenta ovejas y quien, como yo, cuenta relatos. Me los cuento a mí mismo. Lejos de olvidar mis pesadillas les proporciono una historia y un contexto. Así les ayudo a escapar de una nave prisión, pongo un revólver en la mano de una monja, bajo al sótano de su mano, permito a los muertos que conduzcan mi coche por una carretera helada, ayudo en el parto de un ser alienígena, vuelo en un bombardero de la II Guerra Mundial o recibo los rayos de los dos soles que calientan el planeta donde cultivo. No solo de sangre y tierra se mancharán tus manos, también hay momentos de amistad y traición, de amor y asco, de vida y de muerte. Las emociones son parte de cualquier buena historia y por ello he tratado de darle a mis pesadillas personalidad, vida interior y unas contradicciones muy humanas. Yo les di la vida contando su historia. ¿Quieres que habiten ahora tus noches? Lee los relatos que producen los ruidos que se oyen bajo tu cama. Nada me haría más ilusión.